Una de las actividades que se está potenciando en la zona, sobre todo a cargo del Ing. Héctor Escobar, es la apicultura. La crianza de abejas para obtener miel, cera, polen, jalea real y propóleo es una actividad económica que no requiere de una inversión inicial muy fuerte y que tampoco requiere de mucho trabajo. Es algo así, como que las abejas se cuidan solas.
Lo único que estos himenópteros necesitan para vivir, es una floración abundate, en donde poder obtener néctar y polen; y justamente eso es algo que no falta aqúi en los Andes, durante la mayor parte del año. Lo peor que te puede pasar es que se escape uno de los enjambres o que te piquen las abejas durante la manipulación de los panales o extracción de la miel.
Justo antes de que se acabara la campaña de este año (fin de la floración y cristalización de la miel en los panales a consecuencia del frío) me puse manos a la obra y me vestí con el traje típico de apicultor. En la foto, yo soy el de blanco. Mi compañero Josué es el que viste de amarillo. Decir que una mañana sacamos unos 100 kg de miel de 7 colemanas, que sólo me picó una abeja y que me hinché a mascar trozos de panales. Estos trozitos de cera forjados en forma hexagonal y repletos de miel, "explotan" en la boca, endulzándote las horas de trabajo invertidas. Lo peor de todo...que se hace un poco complicado meterse estas delicias en la boca, mientras se tiene el traje puesto. Además de que al introducir la mano, se corre el riesgo de que entre una abeja a la zona de la cabeza y te pueda picar en la cara...
Asumiendo que un precio normal sería 12-15 soles/kg (1 euro=3.6 soles), se ve claramente que es una actividad rentable, en la que al aplicar una serie de mínimos (1 control mensual para comprobar que en cada colmena hay una reina y que está poniendo huevos) permite realizar 3-4 extracciones anuales, las cuales ayudan a diversificar la economía de las familias rurales y las dota de unos ingresos extras; como ocurre con la recolección de plantas medicinales (en otro post hablaré sobre esto).