martes, 28 de septiembre de 2010
Los autos locos
sábado, 25 de septiembre de 2010
Las vacas de Yauyos
Recuerdo durante mis primeros días en Perú, cuando subí por primera vez a los Andes, que mi jefe Juan Pablo, me dijo que las vacas de Yauyos daban tres cosas y que a lo largo de los meses me iría dando cuanto de que cosas eran estas.
Lo más importante que se obtiene de ellas es la leche. Con ella producen un queso bastante salado y con un olor y sabor muy pecualiar...a establo. Esto es consecuencia de que en la mayoría de los cosas producen el queso en el mismo lugar en dónde ordeñan, y la verdad es que sin muchas medidas higiénicas. En segundo lugar dan carne. No os penséis que me refiero a ese ríquisimo bisteck de ternera, o ese entrecot argentino. Más bien se trata de una carne durísima, mal cortada, en la que en ocasiones realmente necesitas una motosierrra, en vez de cuchillo, para poder cortarla. Lo peor de esto, es que gente con apenas 4-5 dientes, es capaz de masticarla sin problemas (problamente se la engullan) mientras que yo, sufro de agujetas en la mandíbula cada vez que como res. Por último, y no por ello menos importante, lo que desgracidamente estas vacas más dan, es PENA. Si, en esta época de sequía, cuando ves a una de estas vacas pastar apaciblemente en los secos e inexistentes prados, es la única sensación que te produce. Costillas y demás huesos es lo único que sobresale de estas hermosas vaquitas. Sin embargo, no os creáis que durante la época lluviosa, cuándo todo está verde, estas vacas dan menos lástima. Con una producción media de 2-3 litros por vaca y día, la mayoría de agricultores ya se sienten satisfechos. Con muchas suerte, mediante pastos mejorados y con mejora génetica, algunos productores obtienen hasta 6-7 litros por día.
La ironía de todo esto, es que la mayoría de esta humilde gente, vende la leche fresca de vaca para posteriormente comprar leche evaporada (leche concentrada en tarro) y gaseosa (cualquier tipo de refresco). Con lo cual, la pena que se observa realmente, es doble.
jueves, 23 de septiembre de 2010
De regreso...
Hace unas dos semanas regrésé de Iquitos. La verdad, es que ha sido una experiencia increible. Los paisajes, los lugares que he visitado, la cultura "indígena", toda la biodiversidad que he visto, la cantidad de ríos con sus fabulosos meandros, la inmensidad de bosques que, vistos desde el cielo, se extienden hasta el horizonte y más allá, entre muchas otras cosas, que ya os contaré detalladamente en otra ocasión.
Cierto es, que al igual que esta mancha verde se extendía hasta dónde alcanzaba mi vista, lo mismo ocurría con columnas de humo. Desgraciadamente, estas indicaban la presencia de quemas de selva primaria para convertirlas en terrenos agrícola; los cuales, en 2-3 años, pasarán a convertirse en zonas degradadas, en las que muy díficilmente se restaurará el ecosistema original. Debido a las fuertes e intensas precipitaciones, todos los nutrientes y el suelo mismo, son arrastrados hacía los ríos, y de ahi al mar.
Mi aventura comenzó en Iquitos. Como de costumbre, no tenía nada planeado, fui a la aventura. Una vez en el "motocarro-mototaxi", me dirigí a la plaza de armas y allí comencé a buscar algún hotelito "seguro" y no muy caro. Una vez encontrado, todavía me quedaba la tarea más difícil, encontrar alguna agencia de viajes que ya tuviera programada alguna salida a la selva, cuanto más lejos e internado mejor, y de larga duración. Después de preguntar en varios lugares, finalmente encontré un buen chollo.A 130 km de Iquitos, en el Río Yanayacu (agua negra) en plena selva virgen, y con tan solo dos comunidades presentes en la zona, me embarqué en una excursión junto a dos chinitas canadienses y dos a ustriacos por el módico precio de 85 soles/día (unos 24 euros/día) incluyendo transporte en taxi hasta Nauta, viaje en bote hasta el lugar, las tres comidas, agua, mate y por supuesto alojamiento y todo tipo de actividades, en un programa totalmente flexible y adaptable a mis gustos y preferencias. La verdad es que el resto de personas pagó bastante más que yo....Posteriormente, a lo largo de los días, se fueron incorporando algunas otras personas, pero sólo mis amigas chinitas y yo, estuvimos los 7 días.
Durante ese tiempo me hospedé en el lodge que podéis ver en la foto. Todo estaba hecho de madera y tanto las habitaciones como las zonas comunes, estaban forradas de mosquitaras. Si bien es cierto, que esto no suponía ningún impedimento a las cucarachas, arañas y otro tipo de insectos y animales que podías encontrar diariamente en tu cuarto...Por supuesto, lo primero que hice antes de acostarme fue hacer una gran matanza de cucarachas y arañas. ¿véis la tarántula de la foto? Pues es lo primero que vi un día al despertarme...y ¡sí!, ¡estaba dentro de la mosquitera..! Además coloqué la cama en el medio la habitación, para evitar que los insectos pasaran de la pared a mi cuerpo, complicándoles así un poco más, el poder "atacarme".
En fin, como no quiero aburriros más, simplemente deciros, que francamente ha sido impresionante, y si no fuera por la cantidad de insectos que hay (que a duras penas te permiten dormir por la noche, tanto por el ruído como por sus picaduras y por notar su presencia), podría decirse que seguro que se asemeja al paraíso. En esta ocasión, la visité durante la época seca, pero si la vida, el tiempo y el dinero me dan de si, intentaré visitarla durante la época lluviosa también. Las aventuras y anécdotas son mumerosas, y aquí tan sólo os he contado una ínfima parte de lo que podría contarse. Además, cómo una foto vale más que mil palabras, os he puesto numerosas de ellas, para podáis haceros una idea de lo que he vivido. Ya por último comentar, que si alguno de vosotros pretende visitar la selva, algo que no debe de faltarle son unas "catiuscas", unas baratas y sencillas botas de agua. Es el elemento más importante, pues te mantiene seco y además, lo más importante, te protege frente mordeduras de serpientes...nada de botas caras de montaña....con 40 soles obtienes tu mejor herramienta!